JORGE
CALERO
Catedrático
de Economía Aplicada
No
es algo nuevo, pero la crisis lo hace más evidente: la mayor parte
de la ciudadanía está bastante alejada de los conocimientos básicos
sobre el entorno económico y financiero. No me refiero tanto a los
conocimientos académicos como a aquellos más inmediatos que
permiten una buena interrelación con el entorno habitual personal.
Esta ignorancia tan generalizada incrementa los riesgos que sufren a
lo largo de la vida muchas personas. Desde el punto de vista
agregado, dificulta, además, la consecución de una sociedad
democrática madura y responsable.
Una mínima atención a los comentarios cotidianos indica que para grupos muy amplios no están ni mucho menos claros conceptos como el tipo de interés, la cotización social o una deducción de un impuesto, por poner sólo algunos ejemplos. Más allá de la deformación profesional que me puede llevar a considerar esta ignorancia como problemática, parece claro que un ciudadano que no sepa nada de las oscilaciones del tipo de interés probablemente acabará teniendo dificultades con su hipoteca o será presa (más) fácil para alguna entidad financiera. Otro ejemplo: en los últimos años de crecimiento económico, hasta 2008, uno veía con estupor cómo la posibilidad de un cambio de ciclo era descartada progresivamente por el conocimiento popular. Las consecuencias personales y sociales que ello ha tenido aparecen ahora claras.
Las causas de esta falta de formación y madurez económica son complejas. Todavía, para muchos, la rancia división entre ciencias y letras empuja a considerar ajeno todo aquello en lo que aparece un número. En otros, ha acabado de hacer mella la información económica, tantos años demasiado centrada en la bolsa y alejada de los intereses reales de las personas.
Las entidades financieras, con su publicidad a menudo más que enrevesada, no han contribuido a mejorar el panorama. En la educación obligatoria, no se ha considerado una competencia básica, por ahora, la vinculada a la relación con el entorno económico. En fin, todo empuja a que para muchos ciudadanos (iba a decir para el ciudadano medio y quizás no sea una exageración) el entorno económico, el más inmediato y el más general, sea un arcano.
Esta situación es campo abonado para diferentes tipos de charlatanes mediáticos, divulgadores de explicaciones facilonas y de ideología. El público los acoge con el interés que despiertan los gurús. Los medios de comunicación les conceden sus quince minutos de fama y, a veces, bastantes minutos más. Los suficientes para que puedan vender sus libros divulgativos, que suelen sumir más en la confusión a quienes se exponen a ellos. Una raza específica de charlatán mediático está constituida por el charlatán neoliberal, que tiene un gancho mediático muy potente: sus recomendaciones sobre el desmantelamiento del sector público son potentes y fáciles de entender, aunque sean inverosímiles. Hasta que los ciudadanos tengan un mejor conocimiento sobre su entorno económico, las situaciones de abuso y manipulación ideológica
Una mínima atención a los comentarios cotidianos indica que para grupos muy amplios no están ni mucho menos claros conceptos como el tipo de interés, la cotización social o una deducción de un impuesto, por poner sólo algunos ejemplos. Más allá de la deformación profesional que me puede llevar a considerar esta ignorancia como problemática, parece claro que un ciudadano que no sepa nada de las oscilaciones del tipo de interés probablemente acabará teniendo dificultades con su hipoteca o será presa (más) fácil para alguna entidad financiera. Otro ejemplo: en los últimos años de crecimiento económico, hasta 2008, uno veía con estupor cómo la posibilidad de un cambio de ciclo era descartada progresivamente por el conocimiento popular. Las consecuencias personales y sociales que ello ha tenido aparecen ahora claras.
Las causas de esta falta de formación y madurez económica son complejas. Todavía, para muchos, la rancia división entre ciencias y letras empuja a considerar ajeno todo aquello en lo que aparece un número. En otros, ha acabado de hacer mella la información económica, tantos años demasiado centrada en la bolsa y alejada de los intereses reales de las personas.
Las entidades financieras, con su publicidad a menudo más que enrevesada, no han contribuido a mejorar el panorama. En la educación obligatoria, no se ha considerado una competencia básica, por ahora, la vinculada a la relación con el entorno económico. En fin, todo empuja a que para muchos ciudadanos (iba a decir para el ciudadano medio y quizás no sea una exageración) el entorno económico, el más inmediato y el más general, sea un arcano.
Esta situación es campo abonado para diferentes tipos de charlatanes mediáticos, divulgadores de explicaciones facilonas y de ideología. El público los acoge con el interés que despiertan los gurús. Los medios de comunicación les conceden sus quince minutos de fama y, a veces, bastantes minutos más. Los suficientes para que puedan vender sus libros divulgativos, que suelen sumir más en la confusión a quienes se exponen a ellos. Una raza específica de charlatán mediático está constituida por el charlatán neoliberal, que tiene un gancho mediático muy potente: sus recomendaciones sobre el desmantelamiento del sector público son potentes y fáciles de entender, aunque sean inverosímiles. Hasta que los ciudadanos tengan un mejor conocimiento sobre su entorno económico, las situaciones de abuso y manipulación ideológica
seguirán siendo frecuentes.
Este artículo lo había subido con anterioridad nuestro compañero MalPeroAcostumbrado.
El que ahora aparezca con mi intervención se debe a un incidente al intentar borrar una entrada mía errónea, he cometido la torpeza de borrar la suya. Te pido mil perdones MAP.
Tranquilo Pavel, no pasa nada, está mejor tu versión. Saludos
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