domingo, 3 de junio de 2012

Traigo este artículo por la realidad de su planteamiento, subrayada por el hecho de que quién lo firma es nada más y nada menos Joshka Fischer,  ministro de Asuntos Exteriores y Vicecanciller de Alemania de 1998 a 2005,  dirigente del Partido Verde alemán durante casi veinte años


La amenaza de la amnesia alemana

Sería trágico e irónico que una Alemania restaurada por medios pacíficos y con la mejor de las intenciones provocara la ruina del orden europeo por tercera vez.

Joshka Fischer - Junio - 03


La situación en Europa es grave, muy grave. ¿Quién habría pensado que el primer ministro británico David Cameron, haría un llamamiento a los gobiernos de la zona euro para que se armaran de valor a fin de crear una unión fiscal -con un presupuesto y una política fiscal comunes y una deuda pública garantizada en común-?.  Cameron también sostiene que la única forma de detener la desintegración del euro es una mayor integración política.

¡Un primer ministro británico conservador!. La Casa Europea está ardiendo y Downing Street hace un llamamiento en pro de una reacción racional y resuelta por parte del cuerpo de bomberos.

Lamentablemente, el cuerpo de bomberos está dirigido por Alemania y su jefe es la canciller Angela
Merkel. A consecuencia de ello, Europa sigue intentando apagar el fuego con gasolina —la austeridad impuesta por Alemania—, con lo que, en tan sólo tres años, la crisis financiera de la zona del euro ha llegado a convertirse en una crisis existencial europea.

No nos engañemos: si se desintegra el euro, lo mismo ocurrirá a la Unión Europea (la mayor economía del mundo), lo que desencadenará una crisis económica mundial que la mayoría de las personas vivas actualmente nunca han padecido. Europa está al borde del abismo y sin duda caerá en él, a no ser que Alemania —y Francia— cambien de rumbo.

Las recientes elecciones celebradas en Francia y en Grecia, junto con las locales en Italia y la continua zozobra existente en España e Irlanda, han mostrado que el público ha perdido la fe en la estricta austeridad que les ha impuesto Alemania. La cura de caballo de Merkel ha chocado con la realidad… y la democracia.

Una vez más estamos aprendiendo a base de palos que, cuando se aplica en plena crisis financiera grave, esa clase de austeridad sólo conduce a la depresión. Esa idea debería haber sido dominante; al
fin y al cabo, fue una enseñanza fundamental que se desprendió de las políticas de austeridad del presidente Herbert Hoover en Estados Unidos y del canciller Heinrich Brüning en la Alemania de Weimar a comienzos de los años treinta del siglo pasado.

Lamentablemente, Alemania, precisamente ella, parece haberla olvidado. A consecuencia de ello, el caos se cierne sobre Grecia, como también la perspectiva de pánicos bancarios posteriores en España, Italia y Francia… y con ello una avalancha financiera que enterraría a Europa. ¿Y después? ¿Acaso debemos desechar lo que más de dos generaciones de europeos han creado: una inversión en masa en una construcción institucional que ha brindado el período más largo de paz y prosperidad en la historia del continente?

Una cosa es segura: la desintegración del euro y de la UE entrañaría la salida de Europa del escenario
mundial. La política actual de Alemania es tanto más absurda en vista de las graves consecuencias
políticas y económicas que afrontaría. Corresponde a Alemania y a Francia, a Merkel y al presidente François Hollande, decidir el futuro de nuestro continente.

La salvación de Europa depende ahora de un cambio fundamental en la posición en materia de política económica de Alemania y de la de Francia en materia de integración política y reformas estructurales. Ahora los alemanes deben preguntarse si ellos, que han sido quienes más se han
beneficiado de la integración europea, están dispuestos a pagar el precio que entraña o
preferirían dejarla fracasar





























http://elpais.com/elpais/2012/05/28/opinion/1338213926_638457.html

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